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Las mujeres de Kenya lideran las iniciativas por la paz en los conflictos prolongados

Mary Mariach y Christine Lemuya provienen de dos tribus involucradas en conflictos permanentes en regiones áridas y semiáridas de Kenya, donde hay escasez de recursos. Fotografía: ONU Mujeres/Luke Horswell

 

En toda Kenya, los conflictos locales ocasionados por distintos factores tienen algo en común: cada vez cuentan con más mediación de las mujeres. Tanto por tensiones entre grupos étnicos como por disputas territoriales, algunos de estos conflictos llevan décadas y siguen sin encontrar una solución a pesar de la inestabilidad y la violencia que sufren sus comunidades desde hace mucho tiempo. Por eso, las mujeres alzan la voz para poner fin a las prolongadas contiendas mediante el diálogo local con nuevos enfoques a los que no siempre estuvo abierto el liderazgo dominado por hombres. Sin embargo, para lograr una paz duradera, necesitan el apoyo de sus comunidades y del Estado. En algunos casos lo tienen, y en muchos otros, no.

 

Old conflicts, new harm

 

En la región occidental del país, las tensiones duraderas impulsan nuevos riesgos de seguridad en los condados vecinos de Kisumu y Nandi. Las etnias predominantes reflejan el trasfondo tribal de los dos principales candidatos presidenciales en la elección de este año, y la región fronteriza se identificó como un foco de violencia vinculada a las elecciones.

 

Dorothy Bonyo, tesorera del comité de paz de Muhoroni, pueblo de Kisumu, es testigo de primera mano de la escalada de violencia: “La tensión está en aumento (…). Efectivamente, nuestros vecinos son opositores políticos y estamos empezando a oír discursos de odio en el mercado”.

 

Por debajo de estas tensiones latentes se encuentran las presiones económicas sostenidas que tienen una fuerte presencia en la zona. Esta solía ser una zona industrial azucarera que empleaba aproximadamente a 20.000 personas, pero la corrupción y la malversación de fondos diezmó el comercio, ocasionó aumentos en los niveles de desempleo y bajos ingresos para muchas familias. Oscar Ochieng, secretario del comité de paz de Muhoroni y del comité transfronterizo por la paz de Kisumu y Nandi explica que, además de los factores políticos, hay un histórico desacuerdo sobre la tierra:

 

“Los bajos niveles de desempleo y el magro flujo de caja ocasionaron deserción escolar y falta de compromiso de la juventud. Por ello, hay más robo de mercadería y, entonces, más conflictos violentos. Estas empresas están ubicadas en las fronteras, donde hay muchas tierras en barbecho. No obstante, estas tierras también son muy fértiles y ambos pueblos consideran que les pertenecen”.

 

Oscar Ochieng, de 35 años, explica la dinámica de conflicto de la región frente a una fábrica de azúcar casi abandonada. Este abandono ocasiona el aumento del crimen y del robo de mercaderías. Fotografía: ONU Mujeres/Luke Horswell

 

En las comunidades pastorales de Kenya, cientos de kilómetros al norte, la competencia por los recursos también genera contiendas. Estas tribus dependen casi exclusivamente de la ganadería para su subsistencia: las comunidades se trasladan con sus manadas, por tanto, tienen un acceso considerablemente limitado a la ayuda del Estado. A menudo, incluso, se denuncian los más altos niveles de pobreza del país. La escasez de agua, alimentos y tierra ocasiona violentos conflictos entre las tribus y esta situación se agudiza a causa de la crisis actual por la sequía en África Oriental. Muchas personas mueren en los ataques de bandidos armados para robar ganado y bienes.

 

En las comunidades vecinas de Turkana y Pokot, estos conflictos llevan décadas. “Ambas tribus hacen revueltas en la tribu rival, la rival busca venganza, y así sigue”, dice Mary Mariach, miembro de la tribu pokot y presidenta del comité por la paz en el condado de West Pokot desde hace 15 años. “Esta es la causa principal de conflicto entre las comunidades de Turkana y Pokot”.

 

Christine Lemuya, activista por la paz de Turkana describe cómo la violencia tiene efectos en las vidas de los miembros de la comunidad que no están involucrados en los conflictos. Entre esta población se encuentran mujeres, niños y niñas. “En el 2019, pokots me detuvieron cuando viajaba en auto. Me robaron todo y querían dispararnos. Los persuadí para que se llevaran los teléfonos y nuestras pertenencias, y nos dejaran ir”. No obstante, agrega que no todos corren con la misma suerte: “Hace poco, hubo un tiroteo en la carretera y mataron a un niño de 13 años”.

 

Construir la paz y derribar el patriarcado

 

La acción comunitaria en Kisumu y Nandi —especialmente, de las mujeres de estas comunidades— fue clave en la negociación por la paz. “El aporte de nuestras mujeres a la infraestructura local para la paz gestó la poca paz que disfrutamos”, dice Oscar. “Por ejemplo, en el 2014, a causa de un conflicto que llevaba un mes, se detuvo toda actividad comercial entre las dos comunidades. Fueron las mujeres de ambas comunidades quienes se encontraron y mediaron por la paz”.

 

Los espacios de diálogo comunitario, llamados “barazas”, han sido plataformas eficaces para tratar estos temas. “El enfoque que recomiendo siempre tiende a lograr un diálogo constante —con muchas reuniones— para difundir el mensaje de que existen medios alternativos para resolver nuestras diferencias”, dice Dorothy. Hace poco, en una reunión entre las dos comunidades se encontraron jóvenes, personas ancianas, hombres y mujeres, actores de la seguridad del estado y líderes religiosas y religiosos.

 

Un coro local canta en un espacio de diálogo comunitario o “baraza” en el condado de Kisumu (Kenya). Grupos étnicos de Kisumu y del condado vecino de Nandi experimentaron un aumento de la tensión en el período anterior a las elecciones generales del país. Fotografía: ONU Mujeres/Luke Horswell

 

Entre estas personas estaba Maureen Omwiti, madre soltera de tres hijos y dueña de un bar en Muhoroni. Las tensiones étnicas han sido fuente de un gran trauma para Maureen y muchas otras personas, pero ella está decidida a demostrarle a su comunidad que la venganza no es la respuesta. “Como embajadora de la paz, pienso que todo empieza por cada persona. La comunidad me conoce y sabe que, una vez, yo fui víctima. Los hace pensar, reflexionar, y eso tiene efectos”. Oscar está de acuerdo: “Las mujeres tienen un papel crucial en la incidencia por la paz de la región”, manifiesta.

 

Maureen Omwiti en un espacio comunitario de diálogo por la paz, en el condado de Kisumu. Maureen es miembro de un grupo artístico voluntario que usa el teatro para abordar cuestiones sensibles y promover la paz. Fotografía: ONU Mujeres/Luke Horswell

 

En Turkana y West Pokot, sin embargo, las mujeres no siempre tuvieron permitido tener ese papel. Para Mary y Christine, estar al frente de las iniciativas de construcción de la paz representó confrontar las normas patriarcales imbricadas que marginan a las mujeres. “En las comunidades pastorales, se trata a las mujeres como a los niños y niñas”, explica Mary. “No son parte de las conversaciones sobre la paz. Los hombres ocultan sus asuntos al resto de la comunidad, especialmente cuando planean revueltas en la frontera. Sienten que las mujeres podrían tratar de evitar estas actividades”.

 

Lo cierto es que Mary y Christine sí intentan evitar las revueltas. En el año 2016, estas dos mujeres y un grupo más amplio de adherentes conformaron el Foro de mujeres POTUMA —una organización que reúne a las mujeres de Pokot, Turkana y Marakwet para intentar detener la escalada de inseguridad en sus tribus y hacer frente al patriarcado, que limita la participación de las mujeres en cuestiones de paz y seguridad. El grupo permitió a las mujeres “compartir sus experiencias frente al mismo problema: la pérdida de familiares, ganado y propiedades”, explica Mary. “Las mujeres también son quienes se hacen cargo de las lesiones de aquellos que participan de los enfrentamientos”. 

 

Las mujeres que participan del POTUMA tuvieron algunos avances en la construcción de la paz mediante el diálogo con hombres jóvenes y niños. “Nos aseguramos de tener espacio en radios comunitarias locales que hablan en los idiomas locales”, explica Christine. “Hacer preguntas simples, por ejemplo, ‘¿por qué nos estamos matando entre nosotras y nosotros?’ tiene efecto. Las personas llaman a la radio y empieza una conversación”.

 

Mary Mariach y Christine Lemuya en una reunión de la Red Nacional de Comités de Mujeres por la Paz en Naivasha (Kenya). Fotografía: ONU Mujeres/Luke Horswell

 

No obstante, el conflicto en la región sigue presente, con períodos de relativa paz y otros de recrudecimiento de la violencia. Las mujeres de todas las comunidades hacen un llamado para que los actores estatales ayuden a mediar por la paz, especialmente en el año electoral. “Necesitamos más diálogo en el territorio”, dice Mary. “Necesitamos compartir las situaciones en estas áreas. Desde que empezó la pandemia de COVID-19, sólo nos hemos reunido una vez, y esto depende de la disponibilidad de fondos. Cuando no hay fondos, es difícil facilitar hasta una simple reunión en el pueblo”. 

 

Para Mary, es importante poder entender y ubicar marcos de políticas disponibles como el Plan de Acción Nacional de Kenya: “Este reconocimiento de la política nacional demuestra claramente que las mujeres tienen un lugar en el desarrollo de la paz y la seguridad de las comunidades. Esta política supone una garantía de la participación activa de las mujeres en los espacios de paz y seguridad de las organizaciones de base”. 

 

Christine agrega que “cerca del 80 % de las personas en Turkana se encuentra por debajo de la línea de pobreza según los datos gubernamentales. Esta cifra está en aumento. Sólo el 9% de los jóvenes está escolarizado en el nivel secundario; el 11 % de los hogares tiene acceso a la electricidad. En resumidas cuentas, el conflicto siempre se desata. Debemos develar las causas profundas. Por tanto, debemos atender el problema de la pobreza y la escasez de recursos en la región”.

 


 

Las gestiones de ONU Mujeres para fortalecer la agenda de las mujeres, la paz y la seguridad en Kenya cuenta con el apoyo de los Gobiernos de Finlandia y Japón. El Plan de Acción Nacional de Kenya trabaja con más de mil organizaciones de base por la construcción de la paz desde 2019 y está presente en todo el país con el objetivo de impulsar la inclusión significativa de las mujeres en la resolución de los conflictos comunitarios.

 

URL:

https://www.unwomen.org/es/noticias/reportaje/2022/10/las-mujeres-de-kenya-lideran-las-iniciativas-por-la-paz-en-los-conflictos-prolongados